Ayer falleció mi tía abuela Cari, mi tía Cari, Cacari. Tenía
noventa y tres años, hace muy poco que en su casa miraba con ella las correcciones
que había hecho a “Las gallinas de Maitina”, corregía a lápiz, para no manchar,
aunque las páginas las hubiera impreso para ella, para que viera bien, a doble
espacio ¡qué letra más grande, qué gusto!
Tía Cari escribe a boli, no que no quiero manchar, pero si
son para ti…Correcciones a lápiz hechas con uno que ya había vivido bastante,
por eso había que ponerlo en el portalápices, ése que llevaba su nombre para
que en la editorial no se lo quitaran los demás.
Tenía muy pocos caprichos, muy pocos excesos, era pequeña
como sus manos, como sus pasos.
Si es que vuestros pies son más grandes, un paso vuestro
equivale a tres míos. Caminabas con ella y era fácil no darte cuenta y correr
algo más, ella no se quejaba, pero si atendías podías escuchar sus pasitos,
intentando llevar el ritmo ¿vamos muy rápido?
Vente a casa tía Cari que luego volvemos andando y es todo
cuesta abajo. Y venías y me traías una vela a pilas, esa que yo quería
regalarte, porque parece de verdad. No entiendo las velas a pilas…te puse una
vela encendida, podíamos haberla estrenado, dijiste. Ayer la encendí, ahí está
iluminando, aunque esta noche en tu casa se fue la luz. No se fue, te la
llevaste tú…
Estuvo en mi casa hace poco, le enseñé la hamaca que me
regalaron colgando porque ya es verano. Con los encajes que hiciste es todavía más bonita, me gusta tumbarme ahí tía Cari porque me
arropa . Ahora se bambolea vacía con el viento, las golondrinas vuelan fuera y en el balcón el hueco para poner
el esqueje de incienso que me habías preparado.
La tía Cari, de pasos pequeños, de manos pequeñitas. Ésas
con las que jugaba a la hormiguita con Olivia “ota ves”. O pintaba una mano en
un papel y luego le ponía anillos y un reloj.
Esas manos mañosas que todo lo cosían, que todo lo
arreglaban, ésas con las que te hacía cosquillas incansables
.
.
Una mujer querida y queriente, que vivió siempre dedicada a
la familia y a los que tenía cerca con total generosidad.
Con ganas de aprender cada día, hasta el último, con ganas
de vivir, resuelta en su sencillez, que nunca quiso "dar la lata" pero estuvo siempre para cuidar. Dime cuando vayas al médico y yo te acompaño, ay tía
Cari, vamos al cine mejor, ya sabes que yo no soy muy de cine, pues a dar un
paseo, cuando llegue el buen tiempo.
A veces contaba de cuando fue Dama de la Cruz
Roja, ayer encontré una foto está vestida de blanco entre otras amigas, está feliz. Ella no habría aceptado la
palabra “dama” se vería muy grande, siempre fue la señorita Cary. Pequeña gran
mujer.
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Caridad Morata, la segunda empezando por la izquierda |
Cuando la tristeza hacía que el cariño, la caricia, la
cercanía, costara y no éramos capaces de decirnos, porque eso sería echarnos a llorar, nos cogíamos de la mano y apretábamos fuerte. Ella agradecía un chiste y luego decía eso de ya sabes que yo
os quiero mucho y yo le decía que sí que sabía que claro, que cómo no saberlo.
Los amigos llaman para dar el pésame y dicen: la tía
Cari falleció…Era la tía de todos, tenía un corazón inmenso que latió hasta que
ya no pudo más.
Se va una pequeña gran mujer, una dama. ¡Abran paso a
Caridad Morata! Caminos de flores, arcos de viento, luces de luna. Allá va
directa al cielo.
Precioso y preciso. Un beso enorme allá donde estés Cacari (Tatari para Olivia)
ResponderEliminarGracias
EliminarTodo nuestro amor para Tatari
Cuando alguien querido se marcha se lleva una parte de nosotros, pero su esencia queda impregnándonos la vida, tu eres un poquito ella... Que tengas un duelo tranquilo y que el dolor pase pronto.
ResponderEliminarUn abrazo amiga.
Gracias Bichera, qué bonito: su esencia queda impregnandonos la vida
EliminarMaravilloso homenaje a quien staba muy orgullosa de ti. Un beso, Mar.
ResponderEliminarGracias Amiga Amparo
EliminarTía Cari se marchó! La recuerdo entrañable, cariñosa, adorable. Mar, sólo enviarte un beso enorme. Meles.
ResponderEliminarP.D. el texto es precioso!!
Gracias Meles, muy buenos recuerdos de esos veranos en Altea cuando llegábais las del Machichaco
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